Como se imaginarán, sigo en mi largo trayecto en busca de mi
tema de investigación, o en palabras del profe Sergio mi novia intelectual,
aquella a la cual le dedicaré tiempo, esfuerzo y dedicación. Hay muy buenas
prospectas, y cada una tiene sus atractivos, sus puntos interesantes que te
hacen querer saber más de ella. Pero como todo buen proceso de elección, hay
que primero analizar, conocer y ver todas las opciones, y de allí escoger a la
que crees mejor para ti. Y para esto, cuento con la gran ayuda de grandes
amigos y herramientas: el sitio de EBSCO y en sí, del fascinante e inmenso
mundo de la Internet.
Hasta ahorita, el tema que más ha robado mi atención y el
cuál creó que va ganando dentro de mi tema de elección son los biocombustibles.
Se preguntaran, ¿por qué? Porque para mi
punto de vista, creó que es un tema de vanguardia en mi carrera, que además de
que implica constante innovación, es algo que en sí busca un bien común para la
sociedad actual y del futuro.
Y adentrándonos un poco en lo que es el campo de los biocombustibles
y en sí de la química verde aplicada. Me gustaría compartirles un caso, que encontré
el día de hoy y que verdaderamente es impactante e inspirador. Éste es el
siguiente:
Su nombre es Daniel Gómez Iñiguez y acaba de egresar de la
carrera de Ingeniería Química en Administración. Pero, ¿qué tiene de importante este chavo o por qué es tan
impactante su caso?
Porque tan solo a sus 22 años, ya es fundador y dueño de
Solben, una premiada empresa internacional que genera tecnología verde y biocombustibles,
y de la cual funcionan el 80 por ciento de las plantas mexicanas de biodiesel.
Su éxito radica en que tan solo siendo un joven de 19 años y siendo estudiante
de universidad, encontró una gran deficiencia en el mercado del biodiesel. Por
un lado encontró que grandes empresas con altas cifras de producción se basaban
en la centralización de materias primas para reducir costos; mientras que por
otra parte otros productores fabricaban biodiesel en pequeñas y baratas
instalaciones, pero con muy poca calidad de producto final.
Por esto, usando su mentalidad emprendedora y su pasión por
la química, creó su propuesta innovadora,en la cual, creando su propia
tecnología verde, modular y 100% mexicana, pudó producir biodiesel a través de
un proceso de extracción del aceite que sirve de base para el diésel verde a
partir de la “jatropha”, que es una semilla que no es para consumo humano y que
puede ser plantada en terreno áridos, no aptos para la producción agrícola. Así
ayudó poco a poco a las empresas mexicanas de este campo, a generar energía de manera
más descentralizada, con altos estándares de calidad y costos accesibles.
Todo lo anterior, culminó con lo que hoy es Solben. La cuál actualmente se está expandiendo a Estados
Unidos y está en continua búsqueda de nuevas fuentes para generar biocombustibles.
Impresionante, no creen. Esto me ayudado mucho y me ha
inspirado hasta cierto punto para inclinarme por el tema de la química verde, especialmente aplicada en los
biocombustibles. Entonces creó que al fin encontré la prospecta perfecta para
que sea mi novia intelectual. En mi próxima entrada, les confirmaré cual fue mi
decisión. Por cierto, si gustan leer un poco más acerca de Daniel y su
impactante caso, les dejo unos links abajo: